Elogio de la lentitud

Atención, si vas a leer este artículo deprisa, es mejor que no lo hagas, ¡estarás perdiendo el valioso tiempo del que dispones! Si en cambio, quieres y puedes leerlo despacio, ya estarás practicando lo que se dice en él, así que disfruta del camino.


Hace poco llegó a nuestras manos un libro que se llama "Elogio de la lentitud", que os recomendamos. Está escrito por un periodista llamado Carl Honore. En la introducción cuenta como un día leyó que existían "cuentos express" para contar a los niñxs. Se trataba de los cuentos clásicos, pero en una versión reducida que permitía tardar menos en contarlos. Él, que vivía una vida acelerada propia de los tiempos que corren, le pareció una gran idea, para no perder tanto tiempo en contar los cuentos a sus hijos, pero seguidamente se percató de a qué punto había llegado y fue eso precisamente lo que le hizo despertar y observar que estaba "enfermo de velocidad". Fue aquí cuando decidió escribir este libro, que indaga sobre el movimiento slow explorándolo desde muchos ámbitos: la comida, la mente, el sexo, etc.

Y a nosotrxs, que veníamos desde hace tiempo reflexionando sobre la lentitud, nos despertó las ganas de escribir una entrada sobre ello.

La epidemia de la velocidad

Vivimos en un mundo acelerado, donde llegar el primero, premura o rapidez son acepciones aceptadas como "buenas", mientras que "ser lento" o "lentitud" se observan como negativas. Esto es una enfermedad del estilo de vida de la sociedad occidental de las últimas decadas. Si se pudiera hacer un recuento de las enfermedades y muertes causadas directa o indirectamente por la velocidad: stress, accidentes de tráfico, problemas de ansiedad, infartos, problemas de alimentación, etc. estaríamos ante una de las mayores epidemias de la historia de la humanidad. La epidemia de la velocidad.

Parece que antes se tenía más tiempo libre disponible. No parece muy lógico que ahora, en una sociedad donde los avances tecnológicos hacen que todo sea más eficiente, que todo se pueda hacer de forma más rápida, dispongamos cada vez de menos tiempo para descansar o para estar con la gente que más nos importa. Se trata de un fenómeno que llamaremos el fenómeno de la maleta grande, y es que, sea como sea el tamaño de la maleta que nos llevamos a un viaje, siempre acabamos llenándola. Del mismo modo que sucede con la maleta parece que, cuanto más eficientes somos para hacer las cosas, más cosas hacemos. Pero en otras culturas, en otros paradigmas sociales, en otros tiempos, no era así, no llenaban su maleta, sino que aprovechaban el espacio vacío para viajar más ligeros. ¿Qué ha pasado? Los conceptos de los que nos impregnan en nuestra cultura: productividad, triunfar, competitividad... tienen mucho que ver en esa tendencia creciente hacia la velocidad, que nos lleva a una carrera desenfrenada que sólo conduce a un final: el final de nuestra salud, de nuestro bienestar y, en definitiva, de nuestra felicidad.



Los gustos de nuestro cuerpo

Para salir del camino sin retorno al que nos lleva la velocidad, necesitamos cambiar de actitud. Una actitud lenta le sentará mejor a nuestro cuerpo, y a continuación veremos por qué.

A nuestro cuerpo no le gustan los cambios bruscos. Es por ello que en los cambios bruscos de temperatura, se multiplican los achaques. Los cambios repentinos nos producen estrés y rechazo. Pero es importante e imprescindible el cambio, para poder mejorar, para poder tomar las riendas de nuestra vida. Entonces lo que necesita nuestro cuerpo son cambios graduales, y  además necesita descanso para poder asimilar estos cambios.  Por verlo con un ejemplo, con el deporte, el mejor entrenamiento es progresar lentamente y tomar descansos. Si eres de los que no suelen salir a correr, prueba a correr 7 días seguidos, y sentirás como tu cuerpo te pide a gritos parar, en forma de dolor. En cambio, si empiezas andando y gradualmente aumentas los kilómetros, además de aumentar tu tiempo de descanso, algún día podrás correr una maratón si es lo que te propones. Cuando corres, tu cuerpo se cansa, y cuando reposas es cuando asimilas el entrenamiento y mejoras la carrera.

Con el aprendizaje y la memoria sucede algo similar. Es durante el sueño cuando asimilas todo lo que has estudiado, aprendido o vivido el día antes. Seguramente te habrás fijado que si duermes poco, tienes más lápsus de memoria, ¿verdad? Otro ejemplo relacionado con la memoria es cuando estudias todo el temario "el día antes". Es la mejor manera para que se te olvide "el día después". Cuando no le das a tu cerebro la oportunidad de asimilar y asentar lo aprendido, lo olvidas más rápidamente.

El cuerpo tampoco funciona bien con la multi-tarea. Tenemos una enorme capacidad para fijar nuestra atención, necesaria para poder actuar en presencia de los millones de estímulos que reciben nuestros sentidos. Si fijamos nuestra atención en muchas tareas al mismo tiempo, lo único que haremos será disminuir nuestra atención sobre cada una de ellas, por lo que es seguro que empeorará la calidad de las mismas, y someteremos a nuestro cuerpo a un estrés adicional que le hará rechazar ese tipo de tareas, a veces en forma de enfermedad.

Hemos visto, en resumen, que al cuerpo humano no le gustan los cambios bruscos ni la multi-tarea, y que necesita descansar. ¿Qué solución le damos a esto? Realizar los cambios gradualmente, en lo posible hacer sólo una cosa cada vez y darnos tiempo para el descanso. En definitiva, una actitud lenta

La lentitud como camino

Lentitud es cambiar la forma de ver la vida. De "mirar de pasada" a "contemplar desde el interior".

Dejar espacios para no hacer nada. Concentrarte en ti mismx y meditar es, aunque nuestra cultura no lo reconozca como tal, la mejor forma de recuperar el tiempo perdido.

La fruta es más sana si madura lentamente en su árbol. La comida sabe mejor si se cocina a fuego lento. El sexo es mágico si es sin prisas.

¿Pero cómo practicar la lentitud, si vivimos inmersos en este mundo acelerado y competitivo? ¿Cuál es la clave?

Lo primero, y siguiendo con la lógica de este artículo, no esperes cambiar esto de la noche a la mañana, recuerda, los cambios bruscos no le gustan a tu cuerpo. Son cambios que tendrás que ir asimilando día a día, paso a paso, lentamente.

Lo segundo es darte cuenta de lo realmente importante. La amistad, el cuidado, el amor, el bienestar y la tranquilidad son importantes. No es tan importante tener miles de amigxs y tener que verlos a todxs, cumplir con todos los eventos familiares, tener la casa brillante y recogida, hacer muchos cursos y tener muchos títulos. Sí es importante estar con las personas que te importan dedicándoles el tiempo que haga falta para cuidarlos y darles amor. Es importante hacer de tu casa un entorno en el que te encuentres bien sin que se convierta en un lugar de esclavitud. Es importante aprender lo que te gusta y practicarlo, asimilarlo, produndizar en ello. Los títulos son papeles accesorios, pero lo importante es ser buenx en lo que ejerces, y disfrutar con ello.

Y la fórmula final es quitarte cosas, gradualmente, para dejar espacio a lo que sientes que es realmente importante.

¿Y todo esto, para qué? Si quieres más dinero, más éxito, más fama o más reconocimiento, date prisa. Pero si lo que quieres realmente es ser más feliz, decelera. La lentitud es el camino.




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4 comentarios :

  1. Me ha encantado.
    A pesar de que siempre he tenido una vida que tendía a la aceleración, estoy totalmente de acuerdo con el artículo.
    Por eso he cogido un buen montón de cerezas maduras y dulces, me he sentado con calma, me he quitado el reloj y he leído todo el artículo.

    Intentaré practircarlo... poco a poco :).

    Mil besos desde Granada,

    Ali

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  2. Es todo una alegría que lo hayas leído con esa actitud. Así cualquier cosa se saborea mejor, y más si viene acompañado de cerezas ricas. Gracias!

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  3. muy bueno, lo hemos colgado de nuestro Facebook y a la gente le está encantando
    GRANADA EN TRANSICION

    https://www.facebook.com/GranadaEnTransicion

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    Respuestas
    1. Nos alegramos! Hace falta un mundo más lento, que se difunda! No sabíamos que existía un movimiento en transición en Granada, nos vemos por las redes.

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